Como ya sabrás en nuestros primeros años de vida contamos con 20 dientes de leche. Es nuestra primera dentición hasta que, a partir de los 6 años, comenzamos a hacer el cambio hacia la dentición permanente con un total de 32 piezas dentales. No obstante, el proceso no es rápido ni se produce de una vez. En realidad, dura hasta los 12 años por lo que a este periodo se le denomina dentición mixta ya que conviven dientes de leche con piezas definitivas.
En ese sentido, la primera muela permanente que tendrá tu hijo/a recibe el nombre de molar de los 6 años porque en teoría brota a esa edad. No sustituye a ningún diente de leche, sino que nace ya como su primera pieza dental definitiva. Su función, además, es vital ya que permite mantener una correcta oclusión, es decir, favorece que los dientes de la arcada superior encajen a la perfección con los de la arcada inferior y tu hijo/a pueda morder, masticar y triturar alimentos más duros.
Sale justo detrás de las dos muelas de leche, aunque su tamaño es superior y es la que más problemas de caries suele presentar. Primero, por esa posición retrasada que hace que sea difícil llegar con el cepillo de dientes y, segundo, porque en su superficie masticatoria tiene grietas y ranuras pequeñas donde suele depositarse la comida y los gérmenes.
A pesar de su nombre, lo cierto es que lo de los 6 años no es ni mucho menos una regla inmutable. Hay menores en los que se cumple y a esa edad comienzan a salir los primeros picos, pero hay otros en los que este molar puede retrasarse hasta los 7 años o incluso más. Por eso, es importante que realices visitas regulares al odontopediatra ya que él podrá confirmarte el momento justo en el que empieza a brotar y aconsejarte sobre cuáles son los cuidados más adecuados.
Junto a una higiene dental adecuada y una dieta baja en azúcar, uno de los métodos más efectivos para ‘blindar’ este primer molar definitivo es el sellado de sus pequeñas fosas y fisuras. Según la Sociedad Española de Odontopediatría, las caries de fosas y fisuras representan entre el 80 y el 90% de todas las caries que afectan a los dientes posteriores y el 44% en los dientes primarios. En ese sentido, los sellados reducen el riesgo en estas zonas susceptibles y su colocación en niños/as y adolescentes “ha mostrado una reducción de la incidencia de caries del 86% después de un año y del 58% a los 4 años”.
El sellado es un tratamiento de tipo preventivo, rápido, indoloro y muy duradero siempre que tras su aplicación se siga acudiendo a la consulta para monitorizar su estado. Consiste en poner una fina película de un material translúcido que protege los dientes frente a la caries sin dañar el esmalte. Podemos hacerlo tanto sobre dientes de leche como dientes definitivos. La única condición es que el diente haya completado su salida.
En cualquier caso, insistimos en que el sellado es una medida importante que tiene que estar acompañada por el cepillado de dientes tras cada comida y una alimentación en la que la presencia de azúcar sea la justa.