Las aftas, también conocidas como llagas o úlceras bucales, son pequeñas lesiones que aparecen en la boca, causando molestias al hablar, comer o beber. Aunque en la mayoría de los casos no son graves, su aparición puede resultar muy incómoda, especialmente si persisten por varios días o si son recurrentes. Estas lesiones suelen ser redondeadas u ovaladas, de color blanco o amarillento, y rodeadas de un borde rojo inflamado.
Su origen puede ser diverso. Desde irritaciones mecánicas provocadas por el roce de aparatos dentales o mordeduras accidentales, hasta factores internos como deficiencias nutricionales, cambios hormonales o estrés. También pueden estar relacionadas con infecciones virales o bacterianas. Comprender por qué aparecen es el primer paso para tratarlas y, sobre todo, prevenirlas.
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ToggleTipos de aftas: ¿Cómo identificarlas?
No todas las aftas son iguales, y conocer los distintos tipos puede ayudar a identificar mejor su origen. Normalmente las aftas son de origen no infeccioso, suelen aparecer en personas de cualquier edad y están relacionadas con el estrés o el sistema inmunológico debilitado.
Otro tipo de lesión común son las aftas traumáticas, que surgen tras morderse accidentalmente el labio o por el roce constante de un diente o prótesis dental. En algunos casos, las aftas pueden ser signo de infecciones como el herpes oral, que tiende a manifestarse con pequeñas ampollas dolorosas. También existen las glositis, inflamaciones de la lengua que pueden derivar en úlceras si no se tratan adecuadamente.
Principales causas de las aftas
Las causas de las aftas pueden variar considerablemente según el tipo. Una de las más frecuentes es el estrés, que debilita el sistema inmunológico y puede desencadenar la aparición de aftas. Otro factor habitual es la deficiencia de ciertas vitaminas y minerales, como el hierro, la vitamina B12 o el ácido fólico, fundamentales para mantener la salud de los tejidos bucales.
Los alimentos ácidos o muy picantes también son una causa común, ya que pueden irritar la mucosa bucal. Por otra parte, las alergias alimentarias, los cambios hormonales o enfermedades autoinmunes, como el lupus, pueden predisponer a desarrollar estas lesiones. Por último, no debemos olvidar las infecciones virales, bacterianas o fúngicas, que pueden manifestarse en forma de úlceras en la lengua.
¿Cómo curar las aftas? Tratamientos efectivos
El tratamiento de las aftas dependerá de su origen, aunque en la mayoría de los casos se pueden manejar con remedios sencillos y medidas de cuidado personal. Es fundamental mantener una buena higiene bucal, utilizando un cepillo de dientes de cerdas suaves para evitar irritaciones adicionales. Enjuagues con agua tibia y sal pueden ser muy útiles para desinfectar y reducir la inflamación.
En casos más graves o recurrentes, los médicos pueden recetar colutorios específicos con propiedades antiinflamatorias o antibacterianas, así como geles tópicos que aceleran la cicatrización. Si las aftas están relacionadas con deficiencias nutricionales, será necesario complementar la dieta con vitaminas o minerales específicos. Para aquellas asociadas a infecciones, se pueden prescribir medicamentos antivirales, antibióticos o antimicóticos según corresponda.
Remedios caseros para aliviar las aftas
Los remedios caseros son una opción popular para aliviar las molestias que causan las aftas. El bicarbonato de sodio, mezclado con un poco de agua para formar una pasta, puede aplicarse directamente sobre la llaga para reducir la inflamación. Otro método efectivo es hacer enjuagues con agua tibia y miel, aprovechando sus propiedades antibacterianas y calmantes.
El aloe vera también es un gran aliado. Aplicar un poco de gel de aloe sobre la lesión ayuda a reducir el dolor y favorece la cicatrización. Asimismo, evitar alimentos ácidos, picantes o muy calientes es crucial para prevenir el empeoramiento de las molestias.
¿Cuándo acudir al médico por aftas?
Aunque la mayoría de las aftas desaparecen por sí solas en pocos días, existen situaciones en las que es fundamental buscar atención médica. Si las aftas persisten más de dos semanas, aumentan de tamaño o están acompañadas de fiebre, fatiga o inflamación de los ganglios linfáticos, es recomendable acudir al especialista.
Las aftas que reaparecen con frecuencia o que no responden a los tratamientos habituales también pueden ser signo de una condición subyacente más seria, como enfermedades autoinmunes, infecciones graves o incluso, aunque raramente, algún tipo de cáncer oral. La evaluación profesional es esencial para descartar cualquier problema mayor.
Consejos para prevenir las aftas
Prevenir las aftas es posible adoptando hábitos saludables. Mantener una buena higiene bucal es el primer paso, asegurándose de cepillarse los dientes después de cada comida y utilizando hilo dental para eliminar restos de alimentos. Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y cereales integrales, ayuda a evitar deficiencias nutricionales que puedan predisponer a estas lesiones.
Reducir el consumo de alimentos muy ácidos o irritantes y aprender a manejar el estrés mediante técnicas como la meditación o el ejercicio regular también son estrategias efectivas. Si utilizas aparatos dentales o prótesis, asegúrate de que estén bien ajustados para evitar irritaciones crónicas.