Infecciones en la boca: de dónde salen, cómo prevenirlas y curarlas

Origen de las infecciones en la boca

Todo comenzó con una simple molestia al cepillarse los dientes. Un pequeño escozor en la encía, casi imperceptible. “Seguro que es pasajero”, pensó Ana. Pero con los días, la zona se inflamó y apareció un dolor punzante. Al mirar con detenimiento, notó que la encía estaba más roja de lo normal y que algo no iba bien. Lo que parecía una simple irritación se había convertido en una infección bucal.

Historias como la de Ana son más comunes de lo que imaginamos. Las infecciones en la boca pueden pasar inadvertidas en sus primeras fases, pero cuando se ignoran, pueden afectar no solo a dientes y encías, sino también a la salud general. La buena noticia es que, con información, prevención y una visita a tiempo al dentista, la mayoría de ellas se pueden evitar o tratar fácilmente.

Qué son las infecciones bucales y por qué aparecen

Una infección bucal es la proliferación de bacterias, virus o hongos en los tejidos de la boca, que provoca inflamación, dolor y, en algunos casos, la formación de pus. Aunque nuestra boca contiene de forma natural millones de microorganismos, la mayoría son inofensivos o incluso beneficiosos. El problema surge cuando las defensas bajan o cuando las bacterias dañinas se multiplican sin control.

Las causas pueden ser muy variadas. La más frecuente es la acumulación de placa bacteriana por una higiene inadecuada. Esta placa se adhiere a dientes y encías, y si no se elimina, puede endurecerse y transformarse en sarro, lo que favorece la aparición de gingivitis o periodontitis.

Otras veces, las infecciones aparecen tras una caries no tratada, una herida en la mucosa, una pieza dental rota, una endodoncia incompleta o incluso después de un procedimiento dental reciente si no se siguen bien las pautas de higiene. En personas con defensas bajas, como quienes padecen diabetes o están sometidos a tratamientos inmunosupresores, el riesgo también aumenta.

Los tipos más comunes de infecciones en la boca

Aunque existen muchas formas en las que una infección puede manifestarse, hay algunas especialmente habituales:

La gingivitis es una inflamación superficial de las encías causada por la acumulación de placa. Suele ser indolora al principio, pero si no se trata, puede evolucionar hacia una periodontitis, que afecta al hueso que sostiene los dientes.

El absceso dental es una infección más profunda, generalmente provocada por una caries avanzada o una infección en la raíz del diente. Se caracteriza por la aparición de un bulto o flemón, dolor intenso y, a veces, fiebre.

La candidiasis oral, de origen fúngico, está causada por el hongo Candida albicans. Produce placas blanquecinas en la lengua y mucosas, ardor y sensación de sequedad. Es frecuente en personas con prótesis, en bebés o en quienes toman antibióticos o corticoides.

También existen infecciones víricas, como el herpes labial, o infecciones derivadas de extracciones o traumatismos, que pueden complicarse si no se tratan a tiempo.

Cómo reconocer una infección bucal

A veces, las infecciones en la boca no se manifiestan de manera evidente hasta que están avanzadas. Por eso conviene estar atentos a los signos más comunes:

Encías rojas, hinchadas o que sangran al cepillarse son una señal de alerta. También lo son el mal aliento persistente, la sensación de sabor metálico o un dolor localizado que empeora al masticar.

En algunos casos puede aparecer una pequeña protuberancia en la encía, pus o una zona caliente al tacto. Cuando la infección es más profunda, el rostro puede inflamarse y aparecer fiebre o malestar general.

Si cualquiera de estos síntomas dura más de dos o tres días, es fundamental acudir al dentista. Las infecciones bucales no se curan por sí solas y posponer la visita solo agrava el problema.

Qué ocurre si no se trata una infección

Ignorar una infección bucal puede tener consecuencias más serias de lo que parece. Además del dolor y la inflamación, las bacterias pueden extenderse al hueso maxilar o incluso pasar al torrente sanguíneo, provocando complicaciones sistémicas.

Una simple infección dental no tratada puede convertirse en un absceso que destruya el hueso alrededor del diente, lo que acaba derivando en la pérdida de la pieza. En casos extremos, puede provocar una celulitis facial o infecciones más graves como la sepsis.

Además, cada vez hay más evidencia de la relación entre las infecciones bucales y enfermedades como la diabetes, los problemas cardiovasculares o las complicaciones durante el embarazo. Por eso, cuidar la boca no es solo una cuestión estética, sino de salud general.

Cómo prevenir las infecciones en la boca

La prevención sigue siendo la mejor medicina. Y aunque la mayoría lo sabemos, no siempre lo ponemos en práctica.

Cepillarse los dientes al menos dos veces al día con una técnica correcta y usar hilo dental o cepillos interdentales es esencial para eliminar los restos de comida y la placa entre los dientes. Complementar la higiene con un enjuague bucal antibacteriano también ayuda a mantener bajo control las bacterias.

Acudir al dentista una o dos veces al año permite detectar a tiempo pequeñas caries, inflamaciones o acumulaciones de sarro que podrían acabar en infección. La limpieza profesional cada seis meses no solo mejora la estética, sino que previene la gingivitis y la periodontitis.

La alimentación también influye: reducir el consumo de azúcar y alimentos ultraprocesados, beber suficiente agua y mantener una dieta rica en frutas, verduras y calcio fortalece dientes y encías.

Otro aspecto importante es evitar el tabaco, ya que reduce la oxigenación de los tejidos y dificulta la cicatrización, favoreciendo la proliferación de bacterias.

Tratamientos para curar las infecciones bucales

Tratamiento de infecciones bucales
Close-up view, a doctor treats a person’s teeth. The dentist examines the patient’s teeth with the help of working tools

El tratamiento dependerá del tipo y gravedad de la infección. En casos leves, como una gingivitis incipiente, bastará con una limpieza profesional y una mejora en la higiene diaria.

Si se trata de un absceso dental, el odontólogo deberá drenar la infección y eliminar el foco bacteriano, que puede estar en la raíz del diente o en el tejido de soporte. A veces es necesario realizar una endodoncia o, en casos extremos, extraer la pieza afectada.

Cuando la infección es más extensa o se acompaña de fiebre, se prescriben antibióticos. Sin embargo, es importante no automedicarse: usar antibióticos sin control puede enmascarar los síntomas sin eliminar el origen del problema.

En infecciones fúngicas, como la candidiasis oral, el tratamiento se basa en antifúngicos locales y en corregir los factores que favorecen su aparición, como la sequedad bucal o el uso prolongado de antibióticos.

El seguimiento posterior con el dentista es fundamental para asegurarse de que la infección ha desaparecido por completo y que no quedan zonas afectadas que puedan reactivarse.

El papel del sistema inmunitario

No todas las personas reaccionan igual ante una infección bucal. Quienes tienen un sistema inmunitario debilitado —por estrés, falta de sueño, enfermedades crónicas o tratamientos médicos— son más propensos a sufrir infecciones recurrentes.

Por eso, además de cuidar la higiene, mantener un estilo de vida saludable es clave para proteger la salud bucodental. Dormir lo suficiente, reducir el estrés y llevar una alimentación equilibrada refuerzan las defensas naturales del organismo frente a las bacterias.

Cuándo acudir al dentista de inmediato

Hay señales que no conviene ignorar: dolor agudo que no cede con analgésicos, hinchazón visible en la cara, fiebre o dificultad para abrir la boca. Estos síntomas pueden indicar una infección avanzada que requiere atención profesional urgente.

Cuanto antes se actúe, más fácil será detener la infección y conservar las piezas afectadas. Retrasarlo no solo aumenta el dolor, sino que puede complicar el tratamiento.

Conclusión: tu boca, un reflejo de tu salud

Las infecciones en la boca no aparecen de la nada: suelen ser el resultado de pequeños descuidos acumulados con el tiempo. La buena noticia es que cuidar la salud bucodental está en nuestras manos. Una rutina de higiene constante, revisiones periódicas y acudir al dentista ante los primeros signos de molestia pueden marcar la diferencia entre una pequeña irritación y un problema serio.

La historia de Ana terminó bien. Acudió al dentista, trató la infección a tiempo y comprendió que su sonrisa merece atención diaria. Porque una boca sana no solo es cuestión de estética: es la puerta de entrada a una mejor salud general.

Soraya Bayo Martín
Directora y odontóloga

Directora de la clínica dental Bayo Martín, especializada en cirugía, implantología, rehabilitaciones protésicas y estética dental y peribucal.
Licenciada por la UPV/EHU en 2002, colegiada nº. 48001043